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Cuentan que…. antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas
sólo comían raíces y animales que cazaban. No tenían maíz,
pues éste cereal tan alimenticio para ellos, estaba escondido
detrás de las montañas. Los antiguos dioses intentaron separar
las montañas con su colosal fuerza, pero no lo lograron. Los aztecas fueron a plantearle éste problema a Quetzalcóatl. –Yo se los traeré – les respondió el Dios. Éste poderoso Dios, no se esforzó en vano
en separar las montañas con su fuerza, si no que empleó su astucia. Se transformó en una hormiga negra y acompañado de una hormiga roja, marchó a las montañas. El camino estuvo lleno de dificultades, pero Quetzalcóatl las superó, pensando solamente en su pueblo
y sus necesidades de alimentación.

Quetzalcóatl llegó hasta el maíz y como estaba transformado
en hormiga, tomó un grano maduro entre sus mandíbulas
y emprendió el regreso. Al llegar entregó el prometido grano
a los hambrientos Aztecas. Estos plantaron la semilla y obtuvieron así el Maíz, que desde entonces sembraron y cosecharon.
El preciado grano, aumentó sus riquezas. Se volvieron más fuertes. Construyeron ciudades, palacios, templos… y desde entonces vivieron felices.

 
MAIZ
 
 


A partir de ese momento, los aztecas veneraron al generoso Quetzalcóatl, el dios amigo de los hombres, el dios que les trajo el Maíz.